Era de la información o sociedad del conocimiento, así se habla de nuestra época en que el conocimiento dirige la vida de la sociedad en todos sus aspectos; a su vez el conocimiento universal se difunde por vías rápidas y accesibles. Los recursos necesarios son idiomas y computación. En ésta clase utilizaremos el blog para abrir mayores posibilidades de enseñanza y aprendizaje

Recesión en EU pega a exportaciones, consumo y empleo en México: BdeM

Julio Reyna Quiroz

El Banco de México (BdeM) advirtió este viernes que los más recientes informes sobre exportaciones, consumo privado y empleo reflejan el embate de la recesión estadunidense sobre la economía mexicana, apuntó que “es claro que los riesgos a la baja de la actividad económica se han acrecentado”, y anticipó un mayor incremento de los precios al consumidor en los últimos meses de este año.
Pese a esto el banco central decidió mantener en 8.25 por ciento la tasa de interés primaria, sobre la cual se establece el precio del crédito bancario, y estimó previsible cumplir las proyecciones sobre la inflación al finalizar el año.
La recesión que ya se advierte en Estados Unidos, principal socio comercial de México, “está impactando negativamente sobre la actividad económica” del país, como lo sugieren los datos más recientes sobre exportaciones, consumo privado y empleo, indicó la junta de gobierno del BdeM en su anuncio de política monetaria.
“Es claro que los riesgos a la baja de la actividad económica se han acrecentado”, indicó el banco central.
Dijo además que la volatilidad en los mercados financieros mundiales continúa en “niveles extremadamente altos”, pese a los esfuerzos de los gobiernos para restablecer la confianza en las instituciones financieras y reactivar los mercados crediticios.
“El impacto sobre las economías emergentes (entre las que figura la de México) ha sido particularmente intenso. Por otra parte, los temores sobre la inflación han disminuido ante la fuerte caída en el precio de las materias primas”, consideró el banco central.
Sobre la inflación, anticipó un alza para lo que resta del año dado que los precios finales de algunos productos ya incluyen los aumentos en los costos de producción, y a que se ha eliminado gradualmente los subsidios de los energéticos”. De cualquier manera, precisó, “es previsible que se cumpla la proyección realizada”.
A la par de las consideraciones del BdeM, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó una caída en la producción industrial de 1.6 por ciento en agosto por cuarto mes consecutivo. La contracción duplicó el descenso esperado por los analistas, que estimaron una caída de 0.8 por ciento.
En particular la industria manufacturera registró una baja anual de 2.1 por ciento, mientras el rubro de construcción mostró una disminución de 1.9 por ciento, dijo el Inegi.
La caída en la manufactura es el resultado de una menor producción, principalmente, de productos metálicos, en la industria química, en prendas de vestir, y en fabricación de equipos de generación eléctrica y aparatos y accesorios eléctricos, explicó el Inegi.
También hay repercusiones en la industria de la construcción
La industria de la construcción, uno de los rubros a los que el gobierno federal apuesta para mitigar los efectos de la recesión estadunidense en el empleo, se redujo 1.9 por ciento en agosto frente al mismo mes de 2007, principalmente en la edificación de viviendas, naves y plantas industriales o inmuebles comerciales, institucionales y de servicios.
El organismo especificó que la construcción, relacionada con la ingeniería civil y los trabajos especializados, tales como cimentaciones o montaje de estructuras prefabricadas, tuvo poco impacto en la baja en el indicador.
No obstante, el Inegi dijo que lo anterior se reflejó en una baja demanda de materias como cables de conducción eléctrica, cemento, postes de hierro y acero, pinturas y componentes eléctricos, entre otros.
Añadió que la industria minera también observó una baja de 0.8 por ciento debido al descenso de 2 puntos porcentuales de la producción petrolera, en tanto que la no petrolera creció 5.5 por ciento en agosto anterior.

La hora del Banco del Sur

Emir Sader
La Unasur (1) debería convocar de inmediato a una reunión de carácter extraordinario para discutir de qué forma los países del continente deben reaccionar de cara a la crisis internacional. No hay otra posibilidad que no sea la de profundizar los procesos de integración, para disminuir la fragilidad y los riesgos de la región frente a la crisis instalada en el centro del capitalismo y que pretende hacer que los pobres de cada país y las naciones periféricas al sistema paguen el precio de los remedios para caballo que los gobiernos centrales han puesto en práctica.
Una serie de supuestos, consensuados, requieren que nuestro continente fortalezca sus mecanismos de defensa ante la crisis internacional. La misma está caracterizada claramente como el resultado de la parranda especulativa de los países centrales del sistema, en particular Estados Unidos. La desregulación financiera es la fuente de esa gigantesca burbuja especulativa. Desregulando –según las fórmulas del Fondo Monetario Internacional (FMI), de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y del Banco Mundial (BM)– se promovió rápidamente la hegemonía del capital financiero, bajo su forma especulativa, al propio tiempo que se propició la libre circulación de capitales.
Los resultados saltan a la vista: los países que participan de los procesos de integración regional en América Latina están menos expuestos a la crisis porque incrementaron el comercio y los intercambios entre sí, porque diversificaron sus relaciones internacionales. En el presente se trata de dar nuevos pasos para no quedar como víctimas pasivas de la crisis.
Llegó la hora de acelerar la profundización del proceso de integración. Es momento de avanzar en la construcción del Banco del Sur, con dirección a la creación de una moneda regional común, de un banco central único, de arbitrar mecanismos de control a la circulación del capital financiero, de protección de los mercados internos, de marchar hacia políticas económicas conjuntas, de desarrollar proyectos de integración industrial y tecnológica, de elaborar un plan de desarrollo para el área. Ésa debe ser la respuesta latinoamericana a la crisis, con fortalecimiento de los mecanismos de integración –diversificando sus relaciones internacionales–, de desarrollo de los mercados internos de consumo, acentuando la coordinación de los sistemas bancarios y financieros de los países de la Unasur.
Los países capitalistas centrales, responsables por la exportación de las políticas de libre comercio y de libre circulación de capitales, desean comprometernos en sus soluciones, que consisten únicamente en inyectar grandes cantidades de dinero al mercado para rescatar un sistema fallido, sin introducir modificaciones fundamentales en las políticas que llevaron a la gigantesca crisis actual. Debemos tener nuestras propias respuestas que, en el campo internacional, tienen que proponer formas de regulación a la circulación del capital financiero –de la forma como la ATTAC (2) lo expresa, como un impuesto ciudadano destinado a políticas sociales–, de control estatal sobre ese sistema, de penalización a los responsables de los procesos especulativos que condujeron a la presente situación.
Sin embargo, nada sustituirá nuestras alternativas que, coherentes con lo que ha sido regionalmente el proceso de integración, deben hacer de éste nuestra forma de defensa y de acción autónoma frente a un sistema financiero internacional fracasado. Avanzar en la construcción de un mundo política y económicamente multipolar en estas circunstancias es dar pasos hacia la construcción del Banco del Sur, con reservas propias, moneda común y banco central único. Es momento de resguardar nuestros depósitos –en peligro en los bancos del norte–: es hora de que ellos financien directamente nuestro desarrollo, controlados por nosotros. Hay que avanzar al mismo tiempo en todas las formas de integración del desarrollo regional.
De no ser así, seremos víctimas –una vez más– de las soluciones de los responsables de la crisis, que tratan de socializar los perjuicios de un sistema basado en la privatización de las ganancias. Ha quedado claro que no se puede tener confianza alguna en los supuestos del sistema financiero internacional fundado en la llamada “libre circulación de capitales”. Es la hora del Banco del Sur, la de profundizar y consolidar los mecanismos de integración regional, la de impedir que nos exporten crisis y de hacer prevalecer el desarrollo zonal de entre las ruinas del neoliberalismo y la hegemonía imperial estadunidense.

Estados Unidos hoy

enrique calderón alzati

Sín logar a dudas, a lo largo del siglo XX Estados Unidos de América llegó a con­vertirse en la nación más rica y poderosa del planeta. Una especie de Roma moder­na. Ello fue posible por varias razones. La perfidia, la capacidad de destrucción, así como la visión y firmeza de algunos de sus líderes. Las amenazas y los sobornos no fueron ajenos a este predominio, pero hubo desde luego otros factores innegables.
Entre ellos, las dos guerras mundiales que estremecieron principalmente a Europa, como con­secuencia de odios y ambiciones originados desde tiempos antiguos que terminaron saciándose con los avances de la ciencia y la tecnología, y con 40 millones de muertos. En esas guerras, Estados Uni­dos jugó papeles complementarios, pero decisivos, con mucho que ganar y menos que perder que los demás actores de la confrontación.
Otro factor importante fue la caída y el des­membramiento de la Unión Soviética, a conse­cuencia de dos fenómenos sociales no previstos por Marx ni por Lenin en su momento: la corrup­ción y el burocratismo, dos primos hermanos. No es que el sistema capitalista no los tenga, sólo que su capacidad de vivir con ellos ha resultado más adaptable y resistente hasta ahora.
El tercer factor fue el avance mismo de la tec­nología, en particular de las tecnologías de la infor­mación, que le permitieron diseñar con éxito estra­tegias de dominación mucho más sólidas y sutiles que las respaldadas por sus misiles y sus fuerzas de ocupación, tanto visibles como encubiertas.
Como muchos otros países, Estados Unidos desarrolló un proyecto sólido de dominación mun­dial, que además de los aspectos bélicos incluyó la creación de instituciones financieras que le asegu­raran el dictado de sus políticas de explotación de las naciones más débiles, así como el aseguramien­to de alianzas con posibles rivales y actores que le permitieran acrecentar sus excedentes. Incluyó
también la creación y el control de organismos políticos de carácter hegemónico, como la ONU, la OEA y la OTAN, que le facilitaran la intervención en otras naciones de acuerdo con sus intereses, para consolidar sus posiciones.
En estos procesos Estados Unidos vio a Lati­noamérica como un territorio de su propiedad, con capacidad de proveerle mano de obra barata y de materias primas, desde petróleo, fibras, minerales y alimentos, hasta enervantes, así como un merca­do poco exigente para sus productos, cuando éstos no podían competir en otros mercados.
Sería injusto e incorrecto regatear el gran impulso científico, tecnológico, cultural e incluso social que los estadunidenses ofrecieron al mundo durante las últimas décadas del siglo XIX y todo el siglo XX, que incluyeron avances sin precedente en medicina y en biología; la recepción y el reco­nocimiento que dieron a científicos y técnicos de todo el mundo cuando fueron despreciados en sus propios países -inclusive los de Europa, de Asia, de América (en particular los de México)—; sus aportaciones a la literatura y a la música, así como la conformación de bibliotecas, universidades y centros de investigación en todos los campos, el desarrollo del cine, de la aviación y de nuevos esquemas de producción y de servicio que hoy son replicados alrededor del orbe.
Desafortunadamente, en paralelo con estos méritos, en su afán de dominio y de acumulación de riqueza, quienes dirigen este país, con el con-

sentimiento de sus ciudadanos, cometieron errores y desmanes sin límite; se asociaron con los perso­najes y las organizaciones más ruines del planeta y de sus diferentes regiones, crearon monstruos, sembraron destrucción y odios sin fin en su contra, hicieron de la especulación el deporte nacional e ignoraron incluso excesos en la utilización de recursos naturales y financieros que hoy han pues­to en riesgo la vida y la estabilidad del orbe.
Es este el escenario en el que se realizarán dentro de poco las elecciones de un nuevo gober­nante para los próximos años. La prensa y los medios de comunicación han hecho ver en este proceso la posibilidad de un gran cambio, simboli­zado por la presencia de un joven candidato de color, con una trayectoria política aparentemente limpia, que pretende erradicar mucho de lo sinies­tro que tiene el aparato político, económico y mili­tar del imperio. Al mismo tiempo, acontecimientos recientes del sistema financiero, que parece entrar en una crisis de dimensiones inéditas, lo hacen ya el indiscutible favorito electoral. ¿Qué significado puede tener todo esto para nuestro país en los pró­ximos meses y en los años venideros?
Para nuestros gobernantes la consabida res­puesta es que aquí todo está bien, que tenemos una gran fortaleza económica y que no pasará nada, como nada ha pasado, por ejemplo, desde que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o como sucedió con la destruc­ción de las Torres Gemelas en 2001. Siendo Méxi­co una de las dos naciones vecinas directas de Estados Unidos y tomando en cuenta los escena­rios geopolíticos actuales, así como la historia misma de nuestra relación con ese país, la cual incluye invasiones, imposiciones, saqueos, amena­zas, intercambios y la brutal dependencia económi­ca reflejada en más de 15 millones de mexicanos que radican allá, debemos analizar las cosas con cuidado; a ello me propongo dedicar mis próximos artículos. •

Ni Hayek ni Keynes, hoy más que nunca Marx

marcos roítman rosenmann

ivimos tiempos de incertidumbre. Quie­nes valoran la extensión de la crisis del capitalismo son los movimientos alternati­vos, sus gestores y causantes. Los diag­nósticos y proyecciones sobre la globali-zación neoliberal lanzados hace 20 años por los movi­mientos antiglobalización o antisistémicos han dado en la diana. Las políticas de privatización, apertura comer­cial, financiera y flexibilidad laboral escondían un enorme grado de explotación y especulación. El resul­tado sería inevitablemente el colapso general del plane­ta. Nada hacía presagiar otro sendero. Sin embargo, resulta extraño que los economistas neoliberales se queden perplejos y apunten a pecados bíblicos como la tacañería y la avaricia para explicar la crisis. ¿Acaso piensan en otra racionalidad del capitalismo? Su incul­tura parece situarse en las mismas cotas que la crisis. Son de hondo calado. De nada les ha servido obtener master o doctorados en Chicago o la fundación Herita-ge. Lo recomendable hubiese sidq darles a leer los cuentos de Charles Dickens y poner sobre su mesa los estudios históricos de Sombart relacionando el burgués con la propensión al lujo y el origen del capitalismo. Pero la mala memoria de los actuales tecnócratas de las finanzas coincide con la derrota de su doctrina del libre mercado. No les gusta reconocer que el derroche es parte de la mentalidad plutocrática de la evolución del capitalismo. No hay banquero que no haga ostentación de su riqueza en forma de yates, coches de lujo, organi­ce viajes de placer, comidas opíparas, orgías, adquiera ropas de marca, participe de prostitución de alto cope­te, y se vanaglorie de comprar y vender obras de arte. De otra manera no serían capitalistas. El robo y la pira­tería es consustancial a los orígenes del capitalismo y precede la globalización neoliberal. Baste recorrer las calles de Florencia o de Venecia para saber de qué hablamos. Los Medici y los Sforza. Palacios y riquezas en diferentes arquetipos muestran su poder y el de sus repúblicas. Sorokin lo ejemplarizó con una metáfora. El capitalismo no puede vivir en una sociedad de credo comunista, se debe al lujo. El capitalismo no tiene sali­da al margen de sus parámetros de consumo y de orga­nización económica. Requiere tragar, engullir, es vio­lento y necesita un mayor grado de fuerza bruta para
apuntalarse. Se mantiene gracias a la eficiente acción de las clases dominantes y de las élites económicas, verdaderas consoladoras del Estado y de sus aparatos de dominación política. Hipótesis comprobable si vemos el itinerario que se pretende seguir al "donar" millones de dólares o euros a quienes han provocado la mayor crisis social y económica hasta ahora conocida debido a su falta de escrúpulos para obtener un plus y engordar sus cuentas corrientes a costa del contribu­yente. No podía ser de otra manera.
Marx tenía razón. Cuando los gobiernos conserva­dores y neoliberales se prestan a rejuvenecer el sistema financiero por medio de un intervencionismo estatal se refuerza el carácter de clase del Estado. Es el capitalis­ta global el que está representado en su forma equiva­lente general. En momentos de necesidad emerge su esencia. Inyectar millones y millones de dólares o euros para evitar una catástrofe financiera o una caída espec­tacular de los valores bursátiles, supone orientar políti­camente las decisiones. Pero igualmente, conlleva sal­var a los grandes empresarios y las trasnacionales. El horizonte es reflotar el sistema. No se busca una crítica sobre las causas que han motivado llegar hasta aquí. No se preguntan sobre los orígenes de un orden social fun­dado en la expoliación de los recursos naturales, en la degradación del medio ambiente, y en una continuada y constante pérdida de derechos sociales, políticos y económicos de las grandes mayorías. Es decir, no se trata de dar un giro de 180 grados. La respuesta a la cri­sis consiste en velar su causa, la irracionalidad de la explotación del hombre por el hombre y del hombre

hacia la naturaleza. En ocultar el beneficio de las empresas trasnacionales, dueñas de las tecnologías y las patentes capaces, primero, de crear hambrunas en continentes enteros y, después, de llevar a la muerte a miles de niños obteniendo pingües beneficios para aumentar rendimientos en condiciones de monopolio. Empresas patrocinadoras de guerras espurias, de venta de armas, de trabajo infantil y de inmigración ilegal. Factores que coadyuvan para abaratar costes de pro­ducción y aumentar su control sobre gobernantes corruptos y dóciles.
No nos llamemos a engaños. Insuflar dinero a los grandes bancos y salir en defensa de sus consejeros y altos cargos es parte de una estrategia pendular. Cuando no resulta oportuno tejer con Hayek, se teje con Keynes. Unas veces desde la oferta y otras desde la demanda. Tanto monta, monta tanto. En cualquier caso, el resulta­do es el mismo. La relación capital-trabajo se asienta sobre la expropiación del excedente económico produ­cido por el trabajador en condiciones de apropiación pri­vada. Así, quienes pagan los platos rotos de esta estrate­gia son los de siempre. Las clases explotadas y oprimi­das del campo y la ciudad. Salvar el orden económico, sin modificar su estructura y su organización, conlleva un aumento de la desigualdad social y la explotación. Pero el discurso de la cohesión social recubre esta opción bajo el eufemismo de apoyar una estrategia de aumentar prestaciones a los más débiles. Políticas para los desamparados y los pobres de solemnidad. Así, se soslayan las indemnizaciones millonarias a los ejecuti­vos de los bancos y las empresas trasnacionales cuyos contratos blindados se gestionaron con anterioridad. Los impuestos de todos irán a los bolsillos de unos pocos y servirán para pagar una buenas vacaciones y aligerar el estrés de su ineficaz gestión. Ninguno pasará por la cár­cel, previo juicio. Tampoco se verá sometido al escarnio público ni se avergonzará. Seguirán en sus trece, para ellos, nada ha fallado; esperarán agazapados la siguien­te oportunidad. Su relato será simple: han sido unos pocos inescrupulosos los causantes del desastre. Las aguas deben volver a su cauce. El capitalismo retomará su rumbo y otra vez se podrá robar a manos llenas. Por este camino el planeta desaparecerá. Ni Hayek ni Key­nes, hoy más que nunca Marx. •

La UNAM hoy

UNAM:
RECONOCIMIENTO Y NECESIDADES
Por quinto año consecutivo, la Uni­versidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ubicó dentro de las mejores 200 universidades del planeta, de acuerdo con el listado que ela­bora anualmente el suplemento especiali­zado The Times Higher Education Supple-ment. Así, la máxima casa de estudios del país se coloca en el lugar 150 -el primero de Iberoamérica-, por encima de importan­tes universidades del llamado primer mundo como la de Amsterdam, en Holanda; las de Florida y Notre Dame, en Estados Unidos; la Queen Mary, en Inglaterra, y la de Kobe, en Japón.
La posición obtenida esta vez por la UNAM en la clasificación reviste especial mérito -la institución logró recuperar en tan sólo un año más de 40 posiciones con res­pecto a 2007, cuando fueron modificados los criterios de evaluación— y viene a confirmar a escala internacional el valor que esa casa de estudios posee en el ámbito interno: además de formar a millones de profesionistas, la máxima casa de estudios realiza aportes in-valuables a la vida nacional; posee una im­portante presencia, prestigio y fuerza moral en el país, y funge como formadora de pro­minentes cuadros en los ámbitos científico.
académico, cultural, humanístico, político, periodístico y empresarial.
Es pertinente, pues, ponderar el valor de este reconocimiento a la universidad, sobre todo en un momento en el que, como conse­cuencia de los descalabros sufridos reciente­mente por la economía mundial y de la acti­tud irresponsable e incauta de las autoridades federales, la Cámara de Diputados ha pedido al Ejecutivo federal la relaboración del Pre­supuesto de Egresos de la Federación 2009.
De acuerdo con el presidente del Senado, Gustavo Madero, la nueva propuesta de pa­quete económico pudiera sufrir recortes equivalentes a 50 mil millones de pesos, y no resulta descabellado suponer que los rubros castigados pudieran ser, precisamente, aque­llos que constituyen las fuentes de recursos de la máxima casa de estudios: educación su- • perior, educación media superior, posgrados y cultura. Tal perspectiva tendería a agravar la situación presupuestaria que enfrenta la UNAM, de por sí castigada en el paquete presupuestario enviado hace un mes por el gobierno calderonista a San Lázaro, situa­ción que inclusive orilló al rector José Narro a-solicitar, ante la Cámara de Diputados, un monto adicional de 950 millones de pesos.
El gobierno eaWeronista ha demostrado
que, al margen de los discursos y de las ac­ciones cosméticas, la educación pública no-es una de sus prioridades: así lo apunta la alianza política de jacto que mantiene con la cúpula que controla el magisterio -y cuya co-; rrupción y patrimonialismo son lastres fun-j damentales para el desarrollo de la enseñanza pública-, y la implementación de políticas como la Alianza por la Calidad de la Educa-^ cióh, que atenta contra la certidumbre laboral de la planta docente nacional, propicia situa­ciones conflictivas como la que se vive en Morelos, y genera muestras de repudio enj todo el país. 1 Ante tal circunstancia, recae en los legis- '•• ladores la responsabilidad de evitar que se dé un recorte al gasto de la educación pública en general, y de la UNAM en particular. Cabe esperar, en suma, que éstos actúen con sen­satez y visión de país, y que no sólo atiendan la petición lanzada el pasado jueves por el académico Miguel León Portilla ("que se re­corte de donde sea, pero nunca a la educa­ción"), sino que procuren, además, destinar a la máxima casa de estudios una partida pre­supuestaria que corresponda con sus logros a escala nacional e internacional, y darle, con ello, la importancia y el reconocimiento que se merece.

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