Era de la información o sociedad del conocimiento, así se habla de nuestra época en que el conocimiento dirige la vida de la sociedad en todos sus aspectos; a su vez el conocimiento universal se difunde por vías rápidas y accesibles. Los recursos necesarios son idiomas y computación. En ésta clase utilizaremos el blog para abrir mayores posibilidades de enseñanza y aprendizaje

Riesgos actuales en México

Ilán Semo
Umbral de riesgos
Las especulaciones sobre el futuro inmediato que aguarda al país han dado un giro insólito en los últimos meses. La guerra incivil contra (y entre) el narcotráfico, la pérdida de institucionalidad de la vida pública, la feudalización de los poderes regionales y, sobre todo, el accidente (¿o el atentado?) que acabó con la vida del secretario de Gobernación han propiciado que ese horizonte de expectativas inaugurado por los cambios del año 2000, que devino en el malestar de la crisis electoral de 2006, se transforme gradualmente en un panorama de riesgos cada vez más consignables.
Al umbral de esos riesgos lo definen hoy dos fenómenos que han acabado por coincidir (o mejor dicho: por conjugarse): la implosión económica (que no cede) y el deterioro del principio de autoridad presidencial. La primera proviene del estancamiento financiero global. La segunda ha cobrado una nueva dimensión a raíz del trágico avionazo en el que perdieron la vida Juan Camilo Mouriño y otros colaboradores del gabinete, o mejor dicho, a raíz de la incapacidad del personal de Los Pinos por convencer a la opinión pública de que efectivamente se trató de un accidente. En política la verdad es irrelevante, lo que cuenta es lo que la gente cree, ese enigma que llamamos creencias. Vox populi, vox Dei.
La crisis que se inició en Wall Street hace varias semanas no sólo no muestra visos de detenerse, sino que empieza a registrar los indicios de una recesión. Cierto, los economistas se equivocaron ya tantas veces, que lo lógico es que vuelvan a hacerlo. Sin embargo, los efectos causados por sus primeras olas ya empezaron a afectar diversas esferas de la economía nacional. En este caso, el orden de los factores sí altera el producto: parálisis económica, declive de la legitimidad del orden público, incapacidad de sostener el principio de autoridad, han sido, tradicionalmente, los factores que preceden a las implosiones políticas. Cierto, la historia difícilmente es obra de la fatalidad.
Los augurios más pesimistas provienen no sólo de quienes se espera que provengan, los sectores más críticos del gobierno actual, sino de quienes son relativamente conscientes de que profetizar un quiebre político crea la subjetividad para que el quiebre suceda. Paradójicamente se trata de muchos de los poderes “fácticos” que hicieron posible el accidentado ascenso de la administración actual en 2006.
¿Cuáles son los riesgos verdaderos? ¿Cuáles son las opciones que aguardan a la encrucijada en la que se suman el deterioro de las condiciones económicas y sociales y la gradual fragmentación del poder político? En realidad sólo existen dos: la emergencia de poderes que cancelen los (de por sí precarios) logros en la esfera de la democratización de la vida pública; o bien, una ruptura democrática a partir de la crisis que afecta el desbalance institucional. Y cabría aquí disentir de quienes sostienen que la primera tiene ya un camino avanzado.El único hecho que parece predecible en el panorama actual es el retorno del Partido Revolucionario Institucional. EL PRI no sólo ha avanzado en las elecciones locales, sino

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